viernes, 21 de marzo de 2014

Post de Javier Regidor: Vino porque Vino, Vino la Humildad

Hoy comenzamos con la primera de las muchas colaboraciones que esperamos publicar en este blog que se encuentra abierto a todos nuestros amigos y seguidores.

VINO PORQUE VINO, VINO LA HUMILDAD



Vino tres veces sin irse ninguna, así empieza esta historia. Una historia universal, cercana como la patada de una caricia  y lejana, como los restos fósiles de viñas de la era terciaria, que han permanecido 50 millones de años hasta nuestros tiempos y actualmente se cultivan en los viñedos de la Champagne. Una historia de griegos y romanos, de Cicerón y Dionisio, el sembrador de la Vid, de su padre Júpiter, de la Atenas antigua, de centauros, de Ovidio, de Baco y de los madridistas del dios Florentino, porque fue la diosa Cibeles quien purificó a Dionisio de sus andanzas con los sátiros y las féminas presas del frenesí delirante. Una historia de bacanales de romanos y de futbolistas, de mitos y realidades desfiguradas, como en cualquier lance relevante de nuestra identidad. Una historia de Egipto, del Nilo y su cuenca alta y del copero mayor, que ya en el Génesis sueña que estruja un racimo de uvas en una copa y se lo ofrece al faraón. Una historia de la edad media, de Florencia, donde se consumían 60.000 hectolitros en el siglo XIII. Una historia de los Médicis y las uvas trebbiano y vermentino. Una historia de colonos, de Hernán cortés, que plantó cepas en Méjico como primera medida para alimentar a todos los que le siguieron, costumbre que se extendió  y 500 años más tarde se siguen cultivando la uva criolla en Argentina, y la misión en Méjico y California. Una historia de holandeses en Sudáfrica, con su primeros viñedos de uva muscat en el siglo XVII y de ingleses en Australia que ya rondando el siglo XVIII obtenían premios en Londres. Una historia de señores feudales que tenían sus cavas como santuarios, y castigaban duramente a los  amantes de la uva ajena. Una historia de caminantes, de ventas, posadas y alberguerías, de poetas y pintores, de pastores y reyes, de fondas y castillos, de bandoleros y maleantes, de mesones, tabernas y bodegones. Una historia del auge, de iluminados en silencio, de tinajas barnizadas con el aliento húmedo del despertar de una Ribera, de cualquiera, de todas. Una historia de botarates, engreídos y negreros que bautizan con etiquetas la nuca de lo previsible. Una historia de la trampa. Una historia del sudor, del  trabajo, de la tierra, polvo y polvete, de evocaciones, sueños, maldiciones, temibles insectos y parásitos, de fracaso y de milagros. Una historia de nobles que maltratan peones y peones que maltratan perros bodegueros. Una historia de pan, queso y jamón. Una historia de la humildad del placer y de la pose del idiota. Una historia de lo que somos y de lo que seremos. Una historia de la verdad. Una historia de vino:

Amigo del sabio, enemigo del borracho, amargo y útil como el consejo del filósofo, permitido a la gente y prohibido a los imbéciles, que empuja al estúpido hacia las tinieblas y guía al sabio hacia Dios. El vino es una industria económica y además es saludable. Bueno…quizás sí sea el vino economía empresarial, porque el vino que no se bebe supone un vicio cesante. Pero el vino no es saludable. Si fuera saludable lo envasarían en grageas. El vino es mucho más que eso, quizás porque sin vino podría ser completamente feliz, pero con una copa de vino aspiro a más.


Javier Regidor Bailly-Bailliere
Marzo 2014

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